sábado, abril 20, 2024
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Un acuerdo in extremis para rescatar imagen de Alemania en el mundo

reichstag-324982_640¿Modelo a seguir? ¿Ancla de estabilidad? La incapacidad para formar Gobierno exhibida durante más de cuatro meses ha agrietado la imagen exterior de Alemania y ha hecho que surjan dudas sobre la fortaleza del nuevo Gobierno tras el acuerdo alcanzado finalmente hoy entre el bloque conservador y los socialdemócratas.

Alemania, la potencia europea a la que el mundo miró esperanzado después de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, logró poner fin a la espiral de contactos y negociaciones en la que entró después de las elecciones generales del 24 de septiembre y en las que la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel fue el partido más votado, pero sin mayoría para gobernar en solitario.

Sin embargo, el país aún deberá salvar el escollo de obtener luz verde de los más de 460.000 militantes del Partido Socialdemócrata (SPD), llamados a referendar el pacto de Gobierno.

Para ello, Merkel no ha dudado en hacer «compromisos dolorosos» y ceder al SPD las carteras más importantes, como Finanzas y Exteriores, en un intento por acallar las voces más críticas dentro del Partido Socialdemócrata, aquellas que reclaman el «no» a reeditar la gran coalición tras registrar en septiembre el peor resultado electoral de su historia.

«Cansados, pero felices. ¡Se ha alcanzado un acuerdo! ¡Finalmente!», escribió el SPD hoy en un breve mensaje acompañado de una foto de grupo de los líderes del partido. Esta felicidad contrasta, sin embargo, con el malestar en la sociedad alemana.

De la incertidumbre de las primeras semanas se pasó al descontento de una opinión pública que contemplaba incrédula cómo los políticos elegidos en las urnas eran incapaces de formar Gobierno, fortaleciendo así al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que no hacía más que subir en las encuestas mientras los otros partidos se batían en duelo.

El fracaso del primer intento de Merkel para formar un Gobierno tripartito con liberales y ecologistas a finales de noviembre dejó patente un cambio interno en Alemania: Atrás quedaron los años de consenso y formaciones rápidas de Gabinetes. Y planteó la cuestión de si la gran coalición entre conservadores y socialdemócratas, que ya gobernó en los pasados cuatro años, ha pasado de ser una solución de excepción a convertirse en la regla.

El 71 por ciento de los alemanes no entendía por qué Alemania seguía sin Ejecutivo más de cuatro meses después de las elecciones generales, según un sondeo publicado a principios de mes por la televisión pública germana ARD. Además, un 63 por ciento apuntó que Alemania perdía influencia en la Unión Europea (UE) mientras se concentraba en intentar sellar un nuevo acuerdo de Gobierno.

En lo que a esto se refiere, Europa mira impaciente hacia Alemania. «Cuanto más rápido, mejor», declaró esta semana el comisario de Presupuestos de la UE, Günther Oettinger, de cara a la formación del nuevo Ejecutivo. «A nivel europeo están pendientes importantes decisiones sobre la unión bancaria, armonización del derecho de asilo y sobre presupuestos», recordó el político de CDU.

Merkel es consciente de ello y en estos meses dejó patente que el bloque de los 28 tiene una gran cantidad de tareas pendientes antes de las elecciones europeas de 2019. Y para ello se necesita un Gobierno estable en Alemania.

En un momento de gran división en la UE, la mandataria germana ha apelado en todo momento a la cohesión europea como camino a seguir frente a las políticas nacionalistas y aislacionistas defendidas en los últimos tiempos por países como Estados Unidos o Reino Unido.

Como dijo el hasta ahora ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, «Alemania ya no puede ocupar un cómodo lugar al margen» en política exterior. Un coloso como Alemania no tiene la opción de elegir si ejercer su poder o no. Y menos aún, puede permitirse estar tantos meses con un Gobierno interino.

«Alemania es, como dirían los estadounidenses, un gorila de 800 libras, y cuando éste se mueve tiemblan también las ventanas en Manchester y Roma, en Varsovia y Lyon», escribió recientemente la publicación alemana «Der Spiegel». «No hay política de finanzas alemana alguna que no tenga un efecto en el resto del mundo», apuntó la revista.

Conservadores y socialdemócratas esperan poner fin así al desconcierto que ha sobrevenido a un país que no ha dejado de coleccionar desastres desde que el escándalo de manipulación de motores diésel del gigante Volkswagen hicera temblar en 2015 los cimientos sobre los que se asientan las más célebres virtudes prusianas.

 

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