jueves, abril 25, 2024
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Carga psicológica en el emigrante o «la mochila emocional” del expatriado

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Todo ser humano busca la felicidad, un estado psicológico que nos permite disfrutar de nuestra existencia, de nuestra vida, a pesar de que puedan ocurrir ciertos acontecimientos externos negativos. El bienestar o la felicidad es un signo de que nuestra vida está yendo por caminos adecuados, correctos, mientras que el pesimismo o el malestar psicológico nos avisa de que algo en nuestra vida está marchando mal.

 

Original: Psicologia En La Red 

Básicamente, cuando la persona se encuentra en ese estado de bienestar se debe a que soporta o aguanta su existencia de forma positiva, se ve capaz de existir, se siente con el derecho a existir y se reconoce en esa existencia, es decir, se identifica con su vida. Pero cuando la carga existencial es difícil de soportar, cuando aparecen sobrepesos, cuando la persona no se ve capaz de “aguantar” lo que la vida le está deparando, es cuando la persona siente que se hunde, que se debilita, que pierde fuerzas.

Cada ser humano debe hacerse responsable de esa carga existencial, la que le corresponde por vivir o existir, pero cuando se dan unas condiciones determinadas como son las del proceso emigratorio (esos síntomas que suelen darse en todo expatriado, ver el síndrome de Ulises), esa carga existencial se puede agudizar, añadiéndose aspectos debidos a la condición de emigrante. Este artículo pretende analizar estos aspectos qué son  específicos en la emigración y qué puede dificultar en la persona el desarrollo óptimo de su nueva vida.

LA CARGA PSICOLÓGICA EN EL EMIGRANTE

Una carga psicológica es una dificultad añadida a la carga existencial propia, a aquello que de por sí debemos sostener, que es nuestra vida. Muchas veces en psicología se habla de “una mochila” que llevamos con nosotros, ese sobrepeso que a lo largo de los años ha ido cargándose a nuestras espaldas y que en ciertos momentos sentimos que nos tira para abajo.

wanderer-455338_1280En el emigrante, ese sobrepeso tiene que ver con su condición de expatriado y lo que significa a nivel personal, familiar e incluso social. Veamos en cada uno de estos ámbitos que repercusiones tiene para la vida del expatriado

La carga personal

A nivel personal pueden existir ciertas cargas emocionales que no han sido resueltas antes de salir del contexto de origen. Es lo que no se ha cerrado en el proceso evolutivo de la persona  y quizá uno intenta olvidar o que desaparezca  pero que en el nuevo contexto tarde o temprano volverá a surgir. Cada uno de nosotros, según su forma de ser y aprendizaje en la vida, tendrá una u otra carga:

  • Hay personas que les cuesta no tener pareja, con miedo a la soledad, y en el proceso emigratorio se ven sin esa compañía.
  • Otros se avergüenzan de que no tengan los recursos monetarios suficientes, viéndose desprotegidos por esa falta de dinero que suele ocurrir al principio de la emigración.
  • Otras personas son dependientes de la familia, sobre todo de las figuras paternas, sintiéndose desvalidos por no tener ese apoyo.
  • También podemos encontrarnos con aquellos que salen de su contexto de origen huyendo de los conflictos o problemas que están teniendo, queriendo comenzar de nuevo.
  • Como último ejemplo, de los muchos que podemos encontrar, habrá personas que tengan miedo al fracaso en este nuevo proyecto, algo que siempre han tenido, pero que se agudiza en el proceso migratorio, sintiendo ansiedad y nerviosismo en todo momento, temiendo que las cosas no salgan como esperan.

Así, esa carga personal, puede dificultar la adaptación al nuevo contexto, por lo que el emigrante tendrá que enfrentarse tarde o temprano a ese reto para poder fortalecerse y crecer como persona, superando aquello que le impide avanzar, dejando las piedras al borde del camino que le están pesando demasiado.

La carga familiar

A nivel familiar la persona emigrante puede asumir unas cargas que tienen que ver con la cultura y valores familiares, con esos mensajes que son transmitidos de una generación a otra o que tienen que ver con la relación que se tiene con los miembros más cercanos, como son los progenitores o hermanos. En momentos difíciles, por ejemplo, la persona emigrante puede ser la esperanza de la familia, aquella persona que puede ayudar a sostener la economía familiar, así puede ser una guía o un modelo de referencia. Pero junto con esto, o de forma independiente, habría ciertos aspectos que se suelen repetir como carga:

  • Mensajes o creencias familiares en donde el error, el fracaso o no conseguir lo que se quiere es algo muy negativo. La persona siente que no poder decepcionar, que no puede “fracasar” en su nuevo proyecto de vida y que se ponen en él o ella determinadas esperanzas.
  • Relacionado con lo anterior,  puede sentir que siempre tiene que mostrar que se está bien, que no tiene ningún problema en su nueva vida. No puede expresar aspectos negativos de su nueva vida ya que teme inquietar, alarmar, ocultando en ciertos momentos aquellos aspectos que no están bien, no pudiendo expresar tal y como se siente.
  • Puede tener un sentimiento de haber abandonado en cierta forma a la familia o incluso una sensación de haber huido, sobre todo cuando hay dentro de la familia problemas y conflictos que nunca se resuelven o no se pueden resolver.

En conexión con estos puntos, para el expatriado cada vez que vuelve a su contexto de origen, cuando visita a familiares y amigos, puede sentir que es una prueba, una evaluación de cómo le va todo, y nuevamente puede sentirse obligado a no decepcionar, a no expresar aspectos negativos en esa estancia corta, mostrando una cara positiva en esas pequeñas estancias que pasa de nuevo con los suyos.

La carga social

A nivel social existen ciertos prejuicios hacia el emigrante, tanto desde el país de donde emigra como en el país a acogida. Son criterios negativos que la persona puede creer como propios algo que le hará daño a nivel de autoestima e identidad. Alguno de estos prejuicios negativos ya los vimos en el artículo sobre el rechazo al emigrante, los cuales son etiquetas a nivel social que se de forma peyorativa se atribuyen a quien emigra y que distorsionan la realidad del emigrante.

RECOMENDACIONES

Los diferentes aspectos que hemos visto hace que el proceso emigratorio, que ya de por sí es un reto o un desafío para la persona, puede que se torne una carga difícil de llevar. Y esa carga en ciertos momentos puede provocar desánimo e incluso desesperación. Para poder soportar de forma más positiva aquello que puede ser una sobrecarga podemos enfrentarnos al proceso migratorio desde una cierta visión o actitud. Así, podemos plantearnos este desafío como una manera de limpiar nuestra mochila, de quitar aquellas cargas que hemos ido acumulando a largo de nuestra historio vital y que es hora de soltar.

  • Quizá lo primero sea solucionar los conflictos o problemas emocionales que tenemos pendientes: Aunque salgamos de nuestros contextos de origen,  aquello que no hemos solucionado psicológicamente lo llevaremos con nosotros. Tarde o temprano volverá a salir en el camino.
  • No ponerse cargas que no nos corresponden: Responsabilizarse de aspectos que no nos pertenecen (esperanzas o miedos de otras personas) o basarse en criterios que no son lo nuestros (criterios familiares o sociales), que no son los propios, “sobrecarga” nuestra existencia, debilita nuestro “yo” psicológico y nos hace perder energía y fuerzas en algo que no deberíamos perder, sino que deberíamos centrarnos en  aquello que es nuestra labor: la adaptación al nuevo contexto vital.
  • No asumamos expectativas de otras personas: No tenemos la obligación de agradar a nadie, ni de demostrar nada a nadie. Quizá solo a nosotros mismos nos tenemos que demostrar.
  • Nos perjudica mucho compararnos con otras personas: Cada una tiene su trayectoria vital y no hay posible comparación de cómo le va en la vida a cada uno.
  • Sintámonos con el derecho a expresar nuestro estado, sin avergonzarnos de lo que nos ocurre, aunque  pensamos que puede ser negativo. Cuando podemos expresar lo que sentimos, la carga emocional suele ser menor.

Y en general todo aquello que nos ayude a seguir nuestro camino que hemos iniciado cuando dejamos el país de origen, quitando peso a esa mochila psicológica del expatriado.

Autor: Sergio Delgado Somodevilla. Psicólogo terapeuta online.
Para cualquier consulta o duda puede contactar en: info@psicologiaenlared.com

 

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