Dachau, el lugar de la memoria

Alambrada del campo

Hace un par de semanas se cumplió el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz. Nunca lo he visitado,  aunque conozco personas que no pudieron dormir durante las semanas siguientes a la visita, con imágenes en la retina como la sala de las maletas vacías como reflejo del número de prisioneros que pasaron por sus intalaciones. En cambio, visité Dachau cerca de Múnich.

El campo de concentración de Dachau fue el primero en ser construido. Apenas 33 días tras la llegada al poder de Adolf Hitler, en marzo de 1933, se inauguraron sus macabras instalaciones en lo que antaño fue una fábrica de pólvora. Junto con Auschwitz es uno de los campos de concentración más significativos para la conciencia histórica mundial.

Algunos apuntes históricos

Desde el comienzo de su vida útil como campo de concentración estuvo bajo mando directo de las SS con la supervisión de Theodor Eicke, designado por Heinrich Himmler. Dachau fue el modelo para el resto de campos construidos durante el III Reich. Los propios prisioneros trabajaron en la mejora de las instalaciones. Entre los testimonios recogidos, se supo que al principio de su uso como lugar de concentración el objetivo del mismo no era otro que el de hacer trabajar a los “parásitos sociales” que no contribuían a la economía nacional gravemente afectada por el crack de 1929.

Durante el régimen nazi, Dachau fue utilizado como modelo de reeducación de parásitos y grupos sociales que permanecían en exclusión y, por tanto, no eran productivos para la sociedad alemana. Incluso fue visitado por representantes de la Cruz Roja y se realizaron varios reportajes fotográficos para mostrar la calidad de vida que recibían los confinados allí. Con el endurecimiento de las condiciones dejó de ser utilizado como publicidad del régimen.

La llegada de Eicke impuso nuevas normas, por las que al recibir los vagones de tren cargados de prisioneros los recién llegados debían transportar a los fallecidos que no resistían las condiciones de hacinamiento de los vagones, para posteriormente ser despojados de sus ropas, vestidos con un uniforme, raparles el pelo, obligarles a ducharse en una sala que aún hoy puede verse dónde eran despojados de toda dignidad humana. A partir de ese momento eran sólo un número.

Hasta 1941, los prisioneros eran obligados a trabajar por lo que recibían a cambio alojamiento y comida en el campo. A partir de esa fecha comenzó a imponerse la llamada “Solución final” por lo que aquellos que caían enfermos o no eran aptos para trabajar morían de inanición.

En 1942 se construyó el llamado “Barracón X” en una parte alejada de la vista de los prisioneros junto al antiguo crematorio. De este modo contaban con dos crematorios donde incinerar cadáveres y una cámara de gas que no pudo ser probado que fuera utilizada para acabar con los prisioneros.

Horno crematorio en el Barracón X
Horno crematorio en el Barracón X

Dachau fue el segundo campo liberado por las fuerzas aliadas el 29 de Abril de 1945. Los americanos construyeron una capilla en lo que era el patio de reconocimiento y durante muchos años las instalaciones sirvieron para alojar refugiados.

Se calcula que al menos 200.000 prisioneros procedentes de 30 países vivieron en los barracones y algunas estadísticas hablan de 30.000 personas asesinadas en el campo sin contar con los que murieron por causas naturales debido a las duras condiciones de vida.

Una de las causas de mortalidad fueron los trabajos de investigación del médico Sigmund Rascher quien abría a los prisioneros aún vivos para llevar a cabo sus experimentos acerca de la resistencia del cuerpo humano ante factores atmosféricos. Investigaba así para el ejército alemán sin importar para ello que torturase hasta la muerte al principio a prisioneros enfermos y finalmente a cualquier prisionero que sirviese a sus investigaciones. Su crueldad era tal que fue ejecutado por órdenes de Himmler.

Grupos de prisioneros

En Dachau no sólo residieron judíos sino también testigos de Jehová, ortodoxos, protestantes, homosexuales, católicos, comunistas, presos políticos, gitanos y mujeres solteras sin profesión reconocida. Según cifras del Vaticano al menos 3.000 sacerdotes residieron en el campo. Estos grupos de prisioneros se distinguían por el color del triángulo que debían llevar cosido en sus uniformes como muestra un panel en el museo ubicado en las antiguas instalaciones de las SS en el campo.

Cuadro resumen con los colores que identificaban a los prisioneros

Algunos de estos prisioneros fueron Karl Leisner, beatificado por Juan Pablo II en 1996, o Martin Niemöller, pastor y teólogo protestante. En Dachau fue ejecutado Georg Elser, el primero en atentar contra el Führer, Adolf Hitler.

Los nazis ubicaban a los prisioneros en el campo en función de criterios muy variados. Así, aquellos “habitantes” con raíces alemanas como era el caso de austríacos, suizos y alemanes, vivían en los primeros barracones mucho menos hacinados que los polacos, checos, franceses e italianos, los  siguientes en orden de preferencia. Tras ellos, iban los presos políticos, los religiosos y prisioneros procedentes de la Guerra Civil Española. Por último, los sacerdotes católicos que vivían hacinados en los barracones del fondo.

España

En las instalaciones de lo que hoy es el Museo del Campo de Concentración un gráfico muestra el número de prisioneros según país de procedencia. Un total de 604 españoles fueron confinados en el campo. En una de las urnas se recoge el documento de asignación de pensión a uno de los españoles que sobrevivieron a la estancia en tan macabro lugar.

No puedo recomendar la visita turística a este lugar pero se debe hacer para que no caiga en el olvido lo que sucede cuando el ser humano se deja cegar por los peores instintos. Especialmente, ahora que las manifiestaciones de los radicales toman fuerza y las palabras “ellos” y “nosotros” zumban en los oídos de los europeos.

Esther Patrocinio

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