martes, marzo 19, 2024
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El «espectáculo mediático» en torno a Puigdemont llega a Berlín

viktoriapark-2245333_640Los periodistas alemanes asistieron hoy incrédulos al «espectáculo mediático» en torno a la primera rueda de prensa del líder independentista Carles Puigdemont después de abandonar la prisión el viernes. «Es alucinante», comentaba una periodista del dominical alemán «Welt am Sonntag» entre risas.

Tras ríos de tinta sobre la recién recuperada libertad de Puigdemont y su traslado a Berlín, mientras dure el proceso judicial que deberá dictaminar si entregan al ex presidente catalán a España para ser procesado por malversación de fondos o no, la gran pregunta era: ¿Dónde será la rueda de prensa? La respuesta llegó pasada la medianoche del viernes: «Aquarium», un centro autogestionado en el multicultural barrio berlinés de Kreuzberg, en el sur de Berlín.

«Nos reímos cuando supimos dónde iba a ser», confesó la periodista alemana. «El sitio es un poco extraño», agregó sobre un centro cultural y social en el bajo de un edificio próximo a la parada de metro «Kottbusser Tor», conocida por ser uno de los puntos neurálgicos del tráfico de drogas de la ciudad.

«Se trata de un centro de inclusión de gente sin recursos y de gente del barrio», explicaba otro de los presentes durante los minutos previos a que llegara Puigdemont. «!Qué historia!», insistía alucinada la reportera del diario alemán mientras miraba a su alrededor cómo se amontonaban los periodistas. «Todo un espectáculo mediático», agregó acostumbrada a la famosa organización alemana.

Algo parecido pasó en su rueda de prensa a finales de octubre en Bruselas, donde parte de la prensa comunitaria calificó de «circo» su tumultuosa rueda de prensa.

De acuerdo con el perfil de Facebook, «Aquarium» ofrece un espacio «para eventos sociales, culturales y políticos. Asociaciones, vecinos y proyectos pueden usar las instalaciones para asesorar, organizar seminarios, talleres, grupos de trabajo, asambleas vecinales y asesoramiento social».

El espacio reducido de la sala provocó que los presentes corrieran a por un sitio entre empujones en cuanto se abrieron las puertas después de guardar fila durante más de una hora en la calle en un sábado soleado. Cámaras de televisión en línea, micrófonos haciendo malabares en una mesa de tamaño reducido en el escenario, algunos de ellos pegados con cinta adhesiva para evitar su caída.

Conscientes de haber avisado en el último momento y de no ser la sala ideal que a lo mejor les hubiera gustado, la antigua delegada de Cataluña en Berlín Marie Kapretz se disculpó ante los presentes antes de la rueda de prensa. «Una pequeña disculpa porque la sala es muy pequeña y por haber avisado con tan poca antelación», declaró. «No tienen las instalaciones deseadas, lo siento».

La comparecencia despertó tanta expectación en el barrio que algunos curiosos no dudaron en acercarse e incluso acceder a la abarrotada sala de prensa. Como fue el caso de uno de los usuarios habituales del centro que se colocó en primera fila en uno de los asientos con un cartel de «reservado».

«¿Qué va a haber exactamente?», preguntó el hombre de mediana edad, ataviado con un pantalón de chándal y una bolsa de plástico, a la antigua delegada de Cataluña. «Pero, ¿es usted periodista?», le preguntó a su vez asombrada Kapretz, que ante la negativa del hombre le pidió que se colocará en el final de la sala. «Naturalmente, por supuesto, ahora me voy atrás», contestó el hombre muy comprensivo.

El hecho de que la rueda de prensa tuviera lugar sin traductores y donde Puigdemont contestó a las preguntas en el idioma que fueron formuladas, ya fuera inglés, catalán o español, también disgustó a los numerosos periodistas alemanes congregados en la sala.

Ante la primera pregunta en catalán y la respuesta en ese idioma reclamaron que lo hiciera en español, pero el encargado de gestionar a los medios del equipo de Puigdemont lo dejó muy claro con un tono muy serio. «Responderá en el idioma de la pregunta. Si quieres que sea en español, pregunta en español», le espetó a una de las periodistas, a la que castigó no concediéndole el turno de pregunta hasta casi el final a pesar de que fue una de las primeras en pedirlo.

Poco menos de media hora después, Puigdemont abandonó la sala como había entrado: con aplausos de sus fieles seguidores y gritos de «Nuestro presidente».

Por Almudena de Cabo (dpa)

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