miércoles, abril 24, 2024
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El glifosato, ¿peligroso o relativamente inocuo?

glifosato
Pulverización de glifosato sobre un cultivo

Tras meses de discusiones, los países de la Unión Europea (UE) han aprobado finalmente prolongar por otros cinco años la licencia para el uso del polémico herbicida glifosato.

La decisión llega después de meses de bloqueo, sobre todo ante la preocupación de que pueda ser un producto cancerígeno; es decir, peligroso para la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo y mueve miles de millones.

¿Por qué se ha debatido de forma tan intensa sobre el glifosato? 

«El glifosato es un símbolo», explica Horst-Henning Steinmann, de la Universidad de Gotinga. «Como el herbicida más usado del mundo, representa una forma de producción agrícola que tiene muchos críticos». Otro factor es el hecho de que se ofrece en muchos países en un paquete por empresas como Monsanto junto con plantas modificadas genéticamente. «De esa manera, el glifosato representa de forma indirecta también la modificación genética». Y a todo eso se suma el miedo a que se siente un precedente. «El temor de los fabricantes y agricultores es que la prohibición del glifosato solo sea la primera decisión a la que sigan muchas otras».

¿Existe una prohibición en otras partes?

Sí. El Salvador, las Islas Bermudas y Sri Lanka han prohibido su uso, señala Thoralf Küchler, portavoz del Grupo Especial de Trabajo sobre Glifosato (GTF, por sus siglas en inglés), una asociación que reúne a varias empresas productoras del herbicida. En Holanda no se permite su uso a nivel municipal, esto es, en las calles públicas o en los ayuntamientos. Las únicas excepciones son las vías de ferrocarril y las pistas de aterrizaje.

El glifosato se usa desde hace 40 años, ¿por qué han surgido ahora las objeciones?

«El glifosato tiene tanto éxito precisamente porque durante mucho tiempo se lo consideraba no problemático», señala Silvia Pieper, de la Oficina Federal de Medio Ambiente (UBA) de Alemania. Por ejemplo, se encuentra poco en las aguas subterráneas porque es absorbido por las partículas del suelo. Sin embargo, tiene que pasar bastante tiempo hasta que desaparece del terreno: se tarda más de un año hasta que el 90% de la sustancia se degrada. En los sedimentos puede permanecer durante mucho tiempo. Algunos expertos en agricultura creen que podría tener efectos negativos en la biodiversidad del suelo, la vida acuática y para las personas.

Los efectos tóxicos para los animales han sido considerados en los estudios como relativamente bajos, porque la enzima que afecta a la sustancia, la EPSPS, solamente está presente en plantas, hongos y microorganismos. Sin embargo algunos estudios, entre otros en ratas y ratones, probaron que en grandes dosis el glifosato puede ser cancerígeno.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que forma parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), catalogó el herbicida a causa de ello como «probablemente cancerígeno» en marzo de 2015, coincidiendo con el momento en el que en Europa se debía prolongar el permiso de uso.

Otras agencias como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no consideran en cambio que haya riesgos. La Agencia Europea de los Productos Químicos (ECHA) concluyó en 2017 que «en base a la información disponible no hay evidencias para vincular el glifosato al cáncer en humanos». Además consideró que el glifosato «no debería ser clasificado como sustancia que causa daños genéticos» o afecta a la reproducción.

¿Por qué se produce esta contradicción?

No es en verdad una contradicción. La IARC analiza el riesgo de cáncer, es decir, la posibilidad general de que el glifosato cause cáncer. En el análisis de otras agencias, este riesgo ya se tiene en cuenta. La EFSA considera insignificante el riesgo de cáncer que existe por la ingesta del glifosato a través de los alimentos que consume una persona.

¿Y qué pasa con aquellos que siempre están en contacto con el glifosato? 

Desde hace años, hay denuncias de la existencia de una relación entre el glifosato y ciertas enfermedades, entre ellas el cáncer, por parte de campesinos de Sri Lanka o Argentina. Sin embargo, no hay datos seguros. En los países afectados se usan además combinaciones y cantidades distintas de herbicidas a los aplicados en Europa.

¿Por qué las autoridades de la UE basan sus decisiones en estudios del fabricante que además no son accesibles a la opinión pública? 

«Rige el principio de que quien solicita el permiso debe financiar los estudios para probar que la sustancia es inofensiva», explica Pieper, de la UBA. La información es secreta para la opinión pública por motivos de competencia. «Muchos estudios son realmente difíciles y, por lo tanto, caros», indica Pieper. «Nosotros apoyaríamos un mayor acceso a esa información».

¿Una prohibición del glifosato ayudaría al medio ambiente?

«Existen sustancias con un perfil de mayor riesgo que el glifosato que en la actualidad son usadas aunque en cantidades pequeñas», alerta Pieper. De prohibirse el glifosato, es probable que se añadan otros productos, teme esta experta. «En vez de prohibir una sustancia en concreto, lo que habría que hacer es reducir en general el uso de herbicidas», opina.

No será sencillo sustituir el glifosato, pero al final se haría, y por eso Pieper cree que una simple sustitución no es la solución. «Se trata de reducir claramente la cantidad de herbicidas y otros pesticidas utilizados y compensar sus efectos mediante superficies ecológicas», asegura.

También el profesor y experto en temas agrícolas Steinmann considera que «el glifosato ya es un herbicida moderno cuyo efecto sobre el medio ambiente es, comparativamente, reducido. Si se lo sustituye sencillamente por sustancias más antiguas, el medio ambiente no gana nada».

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