jueves, abril 18, 2024
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El puente colgante Geierlay, una nueva atracción turística

bridge-1685903_1920El puente se balancea mientras que una larga fila de turistas, hablando en diferentes idiomas, cruza un valle situado muy abajo. El Puente Geierlay es una sensación turística surgida de la nada en medio de la naturaleza.

Una media de 1.000 personas casi se mueren de susto todos los días al pasar por el puente peatonal colgante más largo de Alemania.

Poco más de un año después de su inauguración, el puente ha subido al lugar 85 en el ranking de las atracciones turísticas más populares de Alemania en un sondeo entre unos 40.000 visitantes procedentes de 66 países. De esta manera, el puente se coloca delante de atracciones populares como el autódromo Nürburg Ring o la famosa cervecería Hofbräuhaus en Múnich, según la lista elaborada por la Oficina Nacional de Turismo de Alemania.

Una webcam colocada en el puente ya ha registrado a más de 370.000 turistas cruzando el tambaleante puente, que intercomunica los flancos boscosos del valle de un afluente del río Mosela. El puente divide a los visitantes entre quienes se atreven a cruzarlo y quienes no.

«Hemos viajado 280 kilómetros solo para estar aquí una noche. Merece la pena, porque el puente es fascinante», dice Marie-Christin Remy, originaria de la ciudad alemana de Kleve, cerca de la frontera con Holanda. Ella fue una de los que cruzaron alegremente el puente, sin miedo alguno.

Sin embargo, muchos están aterrorizados cuando ponen un pie delante del otro en las tablas de madera sujetas a cables de acero que forman el puente de 360 metros de longitud sobre el valle, a una altura de 90 metros. Muchos no lo logran.

«Alrededor de un diez por ciento pone un pie en el puente y luego da la vuelta», dice el alcalde de la localidad de Mörsdorf, Marcus Kirchhoff. «Otro 20 por ciento ni siquiera se atreve a pisar el puente. Se sientan en el valle y solo miran a la gente pasando por arriba».

Ralf Heim, quien sí se atrevió a cruzar, dice que «el puente es realmente fantástico». Su hija Theresa, de 12 años, lo resume con una sola palabra: «¡Cool!» (genial). El padre añade: «El puente se balancea tan bonito, como en un viaje por mar».

Al principio, mucha gente no estaba convencida del proyecto de construir un puente peatonal, diseñado para mejorar una ruta de senderismo por los bosques.

En agosto de 2015, auditores del Estado desaconsejaron la inversión al calificar de «poco realista» la cantidad de 190.000 visitantes al año prevista por los promotores del proyecto.

Sin embargo, poco después de la inauguración del puente, el 3 de octubre de 2015, se desató una gran afluencia de turistas que no ha cesado hasta ahora.

Los restaurantes y nuevos puestos de salchichas que han surgido junto al puente están haciendo su agosto. Sin embargo, Kirchhoff, el alcalde de Mörsdorf, admite que el gran número de coches que invaden el lugar en busca de estacionamiento supone una molestia. El puente está situado a un kilómetro de la carretera más cercana.

El lugar se ha convertido en un popular destino para personas que hacen una excursión en coche de un día para disfrutar de la belleza del paisaje y los viñedos que bordean el río Mosela.

Ante la gran afluencia de turistas, Mörsdorf, una población de solo 620 habitantes, se ha visto obligada a construir suficientes aseos para poder acoger a tantos visitantes. Tan solo el papel higiénico que gastan los turistas después de haber cruzado el puente le cuesta a la pequeña comunidad varios cientos de euros al mes. «Sin embargo, el resultado es fantástico», se pavonea Kirchhoff.

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