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Elecciones Europeas y Mesas Electorales (Alemania vs. España)

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Mientras que la mitad de los españoles y alemanes han optado por no ejercer su derecho de voto en estas elecciones, los hay que lo han hecho de más: Giovanni di Lorenzo, redactor jefe del influyente semanario Die Zeit, se jactaba el pasado domingo en un conocido programa de televisión de haber usado su doble nacionalidad para votar tanto en Alemania como en Italia. Una declaración y un acto que pueden costarle caros.


Mientras, a los demás ciudadanos comunitarios sin doble nacionalidad que vivimos en Alemania nos basta con algo más simple para regocijarnos: saber que, si queremos, podemos elegir en qué país de la UE emitimos nuestro voto.
Aunque sólo fuera por miedo a la palabra “Wählerverzeichnis“, mucho españoles residentes en Colonia prefirieron no inscribirse en el censo electoral de su distrito de acogida y votar a través de su consulado. Los que optan por sí inscribirse, no obstante, renuncian a su derecho de sufragio activo en España y votan, obviamente, por partidos alemanes. Como al fin y al cabo se trata de configurar los grupos parlamentarios a nivel europeo, no nacional, esto no supone mayor problema. Pero hay algo que sí nos desconcierta de forma inmediata: el voto sin sobre y con una sola papeleta, que por su tamaño llamaremos “papeleta-tapete”.

“Sin sobre ni papeletas. ¡Eso no es ni voto ni es nada!“ – dirán muchos. Si señores, sí lo es. Y además una forma muy razonable de reducir el gasto de papel: mientras que a cada votante en España se le asignan 1,2 m2 sin computar los sobres, la superficie total que se gasta en Alemania es de 0,15m2 por persona .

Además, a través de mi experiencia como miembro de la mesa electoral en ambos países (en Madrid en las elecciones de 2005 y en Colonia en éstas de 2014) me he topado con otras diferencias llamativas.
Para empezar, los miembros de la mesa no son designados por el Ayuntamiento mediante sorteo sino que aquí es algo que se hace de forma voluntaria. La cuantía de las dietas asignadas es similar (entre 40 y 60 Euros) pero en España, además, se otorga el derecho a la reducción de jornada laboral en el día siguiente a la votación. Entenderéis que experimentara cierta desazón cuando en los medios españoles sólo se hablaba del hincha del Atleti que había “conseguido librarse” mientras que aquí, a las 7 y media de la mañana del domingo, se presentaron dos mujeres en mi mesa ofreciéndose para colaborar ad hoc por si faltaba alguno de nuestros miembros.

La formación o entrenamiento de los miembros de la mesa, además, también varía. Tanto aquí como en España recibimos un manual de unas treinta páginas con los datos básicos a tener en cuenta. Sólo por el formato, colores y gráficos aseguro que la versión coloniense hace la lectura mucho más apetecible. Pero no sólo es eso: el ayuntamiento ofrece varias sesiones de formación de acceso libre entre semana o fines de semana para quien quiera ir familiarizándose con lo que le espera el día de la votación.

En lo que al recuento se refiere y teniendo en cuenta que los nervios andan probablemente crispados tras 10 horas (11 en España) de jornada electoral, ayuda sobremanera poder evitarse el paso de abrir uno a uno los sobres de las papeletas. Aquí en Alemania, como adelantaba al principio, se hace sin más parafernalias una cruz en el partido elegido, se dobla la papeleta-tapete con la cruz hacia dentro y se deposita el voto en una urna opaca (y no transparente como conocemos la mayoría). Además, aquí no forman parte de la mesa ni interventores ni apoderados, es decir, miembros de partidos políticos, quienes suelen ser el origen de los conflictos y desacuerdos durante el transcurso de la votación. Por el contrario, el recuento es público y de acceso libre a cualquier ciudadano.

Finalmente, y contra todo pronóstico, en España somos más cuadriculados en lo que a votos nulos se refiere: los son no sólo las papeletas sin sobre (sugiero adoptar en España las urnas opacas) sino también aquellas en las que se incluya cualquier leyenda, expresión o alteración „de carácter voluntario o intencionado“. ¿Por qué, – me pregunto- si un votante añade un inocente smiley o corazón en su papeleta debemos asumir que ese voto es nulo? La intención de voto queda clara, igual que si decidiera escribir un alegato (lo vi en muchas ocasiones en Madrid, también en verso) a favor de la candidatura de su elección. Para eso, en Alemania, parecen mucho menos estrictos: lo importante es que pueda votar la mayor gente posible y si la mesa decide por mayoría que es un voto válido así lo será.

Y es que es ahí donde empieza la verdadera democracia y se refleja el espíritu ciudadano en materia política. En la mesa electoral.

Autora: Elena Sotres

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4 COMENTARIOS

  1. Yo podía votar en Alemania, donde resido o en España. Elegí votar en Alemania por desencanto pues no hubiera podido votar a ningún grupo en conciencia en España… Siento vergüenza de nuestros políticos. He escuchado los debates, de patético nivel. Ha sido para mí triste, pero convencido, voté fuera…

  2. Yo fui a votar aquí en Alemania, y me sorprendió el poco control de las urnas, y de como se controla el voto y las personas votantes.

    En España estuve en mesas electorales y siempre se pedía identificación, aquí fui a dos mesas diferentes por que tenia que hacer dos votaciones, y en ninguna de las dos mesas me pidieron acreditación, solo entregue la carta que me enviaron a casa y punto. Es esto correcto?

    Además la urna cuando fui a depositar el voto estaba al lado de la puerta, sin custodiar y nadie que ni siquiera la mirara, pude haber metido unos votos mas de casa, la etiqueta de anís el mono, incluso una monda de naranja, a nadie le pareció importarle.

    Creo que aquí las cosas no funcionan como en España pero en mi opinión lejos esta de que sea mejor. En este aspecto prefiero España. Me pareció que en España se vive mas la política como que es mas vox populi, al menos eso me pareció.

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