jueves, abril 25, 2024
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La maleta de Ana: «Estas mujeres emigrantes son heroínas»

Mi libro es básicamente un toque de atención para que la gente sea un poco más humilde y mire hacia atrás, que a veces viene bien”

Hija de inmigrantes y orgullosa de todas aquellas mujeres que dejaron su vida en España para emigrar a otro país con la maleta vacía. Ella es Celia Santos, nacida en Bergara en 1972 y residente en Barcelona, y acaba de publicar su primera novela para adultos “La maleta de Ana” (disponible para E-book), cuya protagonista refleja historias de mujeres que emigraron a Alemania en los años 60. En una entrevista con Destino Alemania, Celia nos cuenta que el libro es una llamada de atención para no olvidar nuestro pasado.

¿Por qué escogió este tema para su libro?

Las ideas aparecen cuando menos te lo esperas, aunque el tema de la emigración de españoles es lo que tenía en la cabeza desde hace mucho tiempo. Y yo como hija de inmigrantes, quise plasmarlo de alguna manera. Porque hay muy poca literatura y cine sobre este fenómeno, que forma parte de la historia de España. Quise crear una historia a través de la ficción, mostrar una realidad que ha estado presente en todos nosotros y que de alguna manera se ha olvidado.

Los que estamos en Alemania también tenemos esa sensación de que se ha perdido por completo. ¿Por qué cree que se ha olvidado?

Es un periodo reciente de nuestro país por el que se ha pasado de puntillas, quizá porque somos un pueblo orgulloso y no nos gusta reconocer que en un momento dado tuvimos que salir del país por necesidad. Quizá es la razón por la que se mira a otro lado cuando se habla de este tema.

¿Qué tipo de historias ha encontrado en las mujeres que emigraron al país teutón?

Un poquito de todo. Pero todas más o menos con la misma base, las experiencias son parecidas. El tener que abandonar sus casas, lugares de origen, que eran lugares normalmente humildes, rurales. Y luego el viaje y el llegar a un país donde no conocen las lenguas, el clima, la cultura. Todo es diferente, aunque ahora parezca que no. En los años 60 sí que había un choque. Muchas me contaban anécdotas que hacían gracia desde la distancia, por ejemplo, una de ellas sobre el idioma: ir a trabajar a un almacén y recibir órdenes, pero como no entendían nada, les resultaba difícil realizar bien su trabajo. Eso me he encontrado en muchas de ellas, aunque cada una tiene su pequeña historia que contar. A todas ellas las he querido reflejar en mi personaje, que es Ana.

Celia Santos, autora de «La Maleta de Ana»

Ahora parece que lo sabemos todo debido a los medios que existen en la actualidad. ¿Habría algo que aprender de esa generación que emigró en aquella época?

Mucho que aprender. Y sobre todo tomar conciencia. De lo que hemos sido y no avergonzarnos de haber luchado, porque tendríamos que estar orgullosos, todos los que hemos tenido que salir de casa. Para mí estas mujeres emigrantes son heroínas, porque salieron sin tener estudios, muchas de ellas sin escribir y se enfrentaron a una hostilidad y unas dificultades que yo no sé si hoy muchos de nosotros seríamos capaces de soportar. Por lo menos que se mantenga en la memoria todo ese fenómeno, porque son muchos los afectados. Mi libro es básicamente un toque de atención para que la gente sea un poco más humilde y mire hacia atrás, que a veces viene bien.

¿El Gobierno español era consciente de las condiciones en las que trabajaban los españoles en Alemania?

El gobierno tenía sus satélites que se ocupaban de vigilar y controlar los movimientos de los españoles en Europa. Si bien eran una fuente de ingresos, ya que aportaban divisas que enviaban a sus familiares, debían vigilar de cerca a todo subversivo que se significase mediante sindicatos o asociaciones que los trabajadores españoles descubrieron allí. Era peligroso que, a su vuelta a España, bien por vacaciones o de forma definitiva, intoxicasen a los que estaban aquí con ideas revolucionarias. Hubo detenidos, como Juan Liébana Ríos, un activo sindicalista al que he permitido un cameo en la novela, que fue condenado a dos meses de cárcel por asociación ilícita. Las condiciones de alojamiento, laborales y de salud eran un tema secundario para nuestro gobierno de entonces.

 

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