Mallorca es conocida por ser uno de los destinos favoritos de los turistas alemanes. Como ocurre normalmente en las islas, el turismo tiene dos caras de la moneda. Mientras las familias prefieren relajarse en sus playas y disfrutar de la gastronomía, los jóvenes se decantan por la fiesta.
En ciudades como Magaluf, esta segunda parte ha llegado a niveles incontrolables con los numerosos casos de «balconing» y excesos de alcohol.
A pesar de que ya se endurecieron las reglas para los turistas a finales de 2018, Mallorca ha decidido dar un paso más e informar a los veraneantes de que deberán cumplir las normas de conducta.
Desde principios de febrero está en vigor una nueva ley contra el exceso de alcohol en las Islas Baleares. Establece que los huéspedes deben ser expulsados inmediatamente de su hotel si practican «balconing». También está prohibido tomar bebidas y comida fuera del hotel. Las ofertas en hoteles y bares como «la hora feliz», «dos por uno» o barra libre ya son historia.
La asociación hotelera mallorquina (FEHM) quiere asegurarse legalmente y hará que sus huéspedes firmen a su llegada al hotel que han tomado nota de las nuevas reglas. La medida será aplicada inicialmente por los hoteleros en la Playa de Palma y en Magaluf, así como en San Antoni de Portmany en Ibiza. Sin embargo, los hoteles respectivos son libres de decidir si presentan el documento a sus huéspedes para que lo firmen o no.
Así pues, la isla del Mediterráneo sigue impulsando medidas para deshacerse de su reputación como isla de fiesta. Año tras año, el gobierno hace más estrictas las reglas, especialmente en lo que se refiere al servicio y consumo de alcohol. Esto también se refleja en el número de huéspedes expulsados del hotel: mientras que en 2018 en su conjunto 160 veraneantes tuvieron que abandonar sus habitaciones, el año pasado este límite ya se superó al comienzo de la temporada principal en junio, según informa «Travelbook».
