Prora, el complejo vacacional nazi, va a ser restaurado

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La construcción de este proyecto conocido como el «coloso de Prora» comenzó en 1936 en la isla de Rügen, al noroeste de Alemania, pero se estancó en 1939 debido a la falta de liquidez por los esfuerzos de la guerra. A lo largo de más de 4 kilómetros se extiende esta vasta edificación de ocho bloques, diseñada por Clemens Klotz, que fue diseñado para albergar a 20.000 trabajadores como parte de la organización «Kraft durch Freude» de los Nazis («fuerza a través de la alegría»).

La isla de Rügen es un bello emplazamiento característico por sus playas de arena blanca, donde el «Führer» ordenó edificar una serie de edificios que hicieran las veces de gigantesco hotel vacacional para todos los alemanes. El objetivo era construir más de 10.000 habitaciones en las que otros tantos alemanes pudieran divertirse y, así, comprender que no todo en el Reich era trabajar. Tras la Segunda Guerra Mundial, Prora cayó en manos de los soviéticos, quienes acabaron cediendo el complejo a la Alemania Oriental tras la reunificación del país. El ejército abandonó el lugar poco después y la decadencia empezó a atacar a los edificios de la ciudad vacacional. Así era hasta ahora, pues en la actualidad sus viviendas se están rehabilitando y vendiendo al público como un emplazamiento perfecto en el que pasar unas agradables vacaciones.

La venta de apartamentos de Prora ha desatado la polémica entre los que consideran que estos edificios son patrimonio arquitectónico e histórico (y, por lo tanto, no deberían modificarse); y aquellos que creen que esta venta hará que se recupere el lugar.

Aún así, el aspecto que ofrece hoy el complejo es el de una ciudad fantasma completamente abandonada. Antes de que su construcción finalizara, y con partes aún sin materializar como la piscina o una gran sala para 25.000 personas, los obreros que trabajaban en su construcción fueron destinados a las fábricas de armamento ante el incipiente estallido bélico en toda Europa.

Antes de convertirse en los tabiques destartalados con ventanas rotas de hoy, el complejo sirvió como base militar soviética tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. Después de la reunificación alemana en 1990, los edificios se han mantenido vacíos y en ellos han proliferado los grafittis y los desperfectos propios del abandono y de actos vandálicos puntuales.

En los últimos años han sido varias las iniciativas privadas que se han propuesto reutilizar el espacio aunque ninguna ha prosperado debido, en parte, a la carga histórica que acumula un lugar que fue un reclamo de la propaganda nazi. No obstante, en los últimos meses varios inversores también privados han adquirido cuatro de los cinco bloques en pie con la idea de reconvertir a Prora en ‘resort’ vacacional.

La visión de estos inversores contemplaría construir cientos de apartamentos con cafeterías, discotecas, pistas deportivas y piscinas para devolver a la zona el apogeo turístico de miles de visitantes.