El temor por la seguridad ha hecho bajar las reservas hoteleras para la tradicional Fiesta de la Cerveza de Múnich, que arranca el próximo sábado.
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Según informó un alto funcionario de la Asociación de Hoteleros de Múnich, la hotelería de la ciudad ha registrado una caída de entre 10 y 15 por ciento de las reservas.
«No vamos a tener una fiesta con récord, pero tampoco habrá mermas drásticas», pronosticó el vicepresidente de la entidad, Martin Stürzer.
El buen tiempo reinante en los últimos días ha reactivado la demanda. «Hay mucho movimiento en el mercado. Pero lo que perdimos ya no lo podemos recuperar».
La Oktoberfest, que se precia de ser la mayor fiesta popular del mundo, comienza el 17 de septiembre y se extenderá hasta el 3 de octubre.
Por primera vez no se podrá ingresar con mochilas y se instalarán vallas en torno al predio para facilitar los controles. Unos 600 agentes velarán por la seguridad, unos 100 efectivos más de lo que suele ser habitual en este evento al que acuden anualmente más de seis millones de personas de todos los rincones del planeta.
Los recientes ataques perpetrados en Alemania obligaron a las autoridades a reformular su plan de seguridad.
Múnich vivió horas aciagas el 22 de julio al matar a quemarropa un joven germano-iraní de 18 años a nueve personas, la mayoría adolescentes, cerca de un centro comercial, para luego suicidarse.
Días antes, un refugiado de 17 años, probablemente originario de Afganistán, atacó con hacha y cuchillo a pasajeros en un tren regional en Baviera, e hirió a cinco personas, entre ellas cuatro turistas de Hong Kong.
También un refugiado sirio se suicidó y causó heridas a 15 personas al detonar una bomba en su mochila en la entrada de un festival al aire libre en la localidad bávara de Ansbach. La milicia terrorista Estado Islámico reclamó la autoría de ambos atentados.
Múnich, 11 sep (dpa)
