viernes, abril 19, 2024
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Las cinco claves del síndrome postvacacional

MarTerminan las vacaciones y la rutina vuelve a asomar por el horizonte. Atrás quedan el tiempo libre y las comilonas con nuestros familiares y amigos. De nuevo, volvemos a nuestros quehaceres y horarios, aunque a veces ese regreso a las obligaciones no se hace de una forma tan fluida como debería, dándose el ya famoso síndrome postvacacional.

A continuación, Sergio Delgado -psicólogo general sanitario y especialista en procesos psicológicos en el emigrante, coordinador de Psicología en la red-, nos da unas claves sobre este problema y, anteriormente, sobre el síndrome de Ulises o del emigrante.

Destino Alemania: ¿Hay más mito que realidad en este síndrome?

Sergio Delgado: Como tal no está reconocido por los manuales de diagnóstico como el DSM (Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) o el ICD (Clasificación internacional de enfermedades), por lo que su existencia se debe más a una forma de señalar las dificultades de adaptación que se pueden producir en la vuelta al trabajo. La generalización de este problema ha hecho que se acepte socialmente en una cultura como es la occidental, que tiende a ‘patologizar’ cualquier malestar.

Sin embargo, sí que podríamos hablar de un trastorno adaptativo con síntomas como la ansiedad, el estrés, la depresión y los trastornos psicosomáticos; pero siempre remitidos a casos específicos donde ya existía un malestar previo. Esto no sería igual que la desgana puntual por tener que retomar la vida laboral, que suele surgir de forma normalizada en los primeros días.

¿Cómo se puede prevenir?

Quizá la mejor prevención es la actitud a la hora de afrontar la vuelta al trabajo, que no hay que vivirla como una fuerte obligación, como si perdiéramos el sentimiento de libertad y nos viéramos ‘arrastrados’; sino como una opción y decisión personal, como una responsabilidad propia.

Cuando alguien percibe que los eventos que le ocurren se deben a circunstancias externas (‘locus de control externo’), mayor es la posibilidad de no tener la sensación de controlar la propia vida, por lo que aparecen sentimientos negativos como la ansiedad. A mayor sensación de que es uno mismo quien decide y controla su vida (‘locus de control interno’), la persona previene estos síntomas y tiene mayor tranquilidad y bienestar.

En este caso, hay gente que vive las vacaciones como algo que controla y la vuelta al trabajo como algo impuesto. Esta visión es la que suele perjudicar a la hora de adaptarse de nuevo. Se suele recomendar volver poco a poco a la rutina, tomar los periodos vacacionales en diferentes épocas del año, volver unos días antes o realizar actividades que nos gusten después de la jornada laboral.

¿Quiénes son más susceptibles de sufrirlo?

Los que no están a gusto en su trabajo y lo viven como una fuerte obligación -con un ‘locus de control externo’- y también los que han tomado periodos de vacaciones muy largos, donde la vuelta a la rutina laboral les puede costar más.

¿Son los emigrantes de por sí más vulnerables a este tipo de síndrome?

No tiene que ser una variable directa para sufrirlo, sino que dependerá más de la persona y su modo de afrontar la vuelta al trabajo, además de las circunstancias que le rodean en ese empleo.

¿Pueden confluir en una misma persona el síndrome de Ulises o del emigrante y, aparte, el postvacacional?

El tener que volver del país de origen al de recepción suele conllevar una pesadumbre por ese duelo de separación con los vínculos de personas cercanas, lo que puede dificultar la adaptación de nuevo al ámbito laboral. Quizá ya estaba el malestar previo, que se agudiza y se compara con el bienestar en vacaciones con la familia en su contexto de origen.

Por eso, alguien que está pasando un periodo negativo con síntomas que pueden ser señalados con un síndrome de Ulises, cuando vuelve del periodo vacacional -sobre todo de su país- puede agudizarse y perjudicar su adaptación.

Colonia (Alemania), 2 ene (MJ García)

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