El sentimiento de rechazo en el emigrante


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Hace unos meses  el Washington post publicaba un estudio sobre la diferencia en los países de la aceptación de las razas. Hay países, o más bien sus habitantes, que aceptan mejor la diferencia de razas y culturas en su propio país. 

Sergio Delgado

 Psicologia En La Red 



En el proceso emigratorio esto se traduce en que la persona emigrante es aceptada mejor o peor por la sociedad del país, que dependerá en muchos casos de la clase social o el nivel económico, pero esto sería otro tema a tratar.

Volviendo a la aceptación o no por otra persona, que en definitiva tiene que ver con las relaciones humanas, la experiencia de ser rechazado puede dejar a la persona un sentimiento muy negativo que recala directamente en su identidad y autoestima. Este sentimiento negativo se debe a que la persona se verá “como si fuera nada” ante el rechazo, idea que la mente no soporta y es uno de los miedos (junto a la muerte) más profundos del ser humano. Ser algo y sentirse nada produce un vacío y una desolación que dificultará la existencia de la persona.

No todas las personas pasan por esta situación ni todos los emigrantes que sufren algún tipo de rechazo lo viven de la misma manera. Habrá personas con mayor o menor sensibilidad a ese rechazo. Este artículo pretende analizar factores psicológicos que se producen en el rechazo al emigrante desde una perspectiva personal y no social, es decir, desde el rechazo en las relaciones cercanas que vive el emigrante (en el tú a tú)  y no tanto desde una visión sociológica, que explicaría más en profundidad el fenómeno del racismo.

2. Análisis psicológico del rechazo

La palabra extranjero tiene su raíz común en la palabra “extraño”, concepto que significa  algo ajeno a lo que es uno mismo. Cuando hay integración significa que lo extraño se hace propio, en este caso se hace propio del contexto en el que está. En este sentido la integración vendrá dado tanto por el contexto social (que acepta al otro) como también por la persona, que hace propia la cultura del país al que ha emigrado. Es decir, no solo será la actitud de la gente nativa sino que el propio emigrante tendrá que hacer propio el contexto, identificarse con él.

Nuestra mente, igual que nuestro cuerpo, tiene un potente sistema inmunológico que rechaza aquello con lo que no se identifica: Lugares, personas, objetos, acciones, comportamientos, valores,…todo puede ser sentido por la persona como propio cuando se identifica con ello o como extraño cuando no se identifica. Lo que habría que preguntarse es por qué se rechaza lo extraño, de igual modo que el sistema inmunológico orgánico rechaza aquello que ve extraño en el cuerpo. Pero este rechazo a quien “viene de fuera” no se produce en todas las personas, son pocas las personas que muestran esta actitud, pero quizá son las que más se notan. ¿a qué se debe que ciertas personas necesiten rechazar al otro por su condición de extranjero?

En el aspecto psicológico la persona extranjera (esa persona vista como “extraña”)  se rechaza por miedo a ser dañado normalmente en dos aspectos:

  • Miedo a dejar de ser lo que es uno/a: Las personas suelen rechazar al extranjero, o el mismo emigrante puede rechazar la nueva cultura, porque temen perder su esencia. Culturas (y personas) que tienen mucho miedo a ser cambiadas, a perder su esencia, verán al extranjero como una fuente de peligro. Cuando me identifico con el otro veo aspectos comunes, veo en el otro algo que es mío. Cuando no veo nada en común, cuando no puedo identificarme con nada del otro, lo veré extraño, ajeno y esa visión incluso me puede provocar miedo. Es el miedo al extraño. Cuanto más miedos se tienen, cuando menos confianza hay en uno mismo, más rechazo habrá a lo que viene de fuera, aunque algunas veces esta falta de autoestima pueda estar cubierta de imagen de superioridad y prepotencia (es lo que en psicología se llama narcisismo).La persona que rechaza o incluso odia al extranjero, al emigrante, se escuda en una concepción de grupo-nación para no ver en sí misma esa emoción negativa, justificando tanto por la pertenencia a ese grupo como por la existencia de un grupo diferente . En el nacionalismo hay una disolución del individuo en el grupo-nación de la responsabilidad del odio o el rechazo personal, así la persona se siente menos culpable por tener ese sentimiento negativo.
  • Temor a  perder sus recursos existenciales, de vida: Quizá el primer miedo sea más inconsciente y este segundo miedo sea el más expresado. En general las personas van a tener miedo a que sus recursos existenciales sean menos o incluso desaparezcan. Cuando esos recursos cree la persona que pueden ser puestos en peligro por alguien ajeno se defenderá de ese peligro. En este caso el emigrante suele ser la persona en donde se proyectan esos miedos a perder lo que se tiene. Así habrá más rechazo en personas que tienen un mismo o más bajo nivel económico que temen que se les quite lo que tienen. Se entra en lucha por lo material, pensando que quien viene de fuera es un competidor y por lo tanto se le rechaza para no sentir en peligro la propia existencia.

Dejando a un lado si estas visiones son desde creencias que están sujetas a la realidad o están distorsionadas por prejuicios, miedos, complejos,…pensando que alguien puede dejar de ser lo que es por el hecho de convivir con otra cultura o que le perjudica existencialmente, el hecho es que esta actitud puede ser expresada por algunas personas  hacia quien llega de fuera y ésta persona puede vivir un rechazo que se traduce en sentirse menospreciada, menosvalorada en ciertos momentos.

3. La respuesta del emigrante:

Ante una misma actitud, la persona puede reaccionar de diferente manera según su forma de ser. Son las creencias sobre uno mismo y las creencias sobre el mundo las que intervienen en esa interpretación, en este caso del rechazo. Habrá personas que no den valor a ese rechazo, que lo vivan como algo aislado sin apenas tomarlo en cuenta, pero otras por esa forma de afrontar el hecho lo pueden vivir desde una forma más afectante. Estas son las posibles respuestas ante ese sentimiento de rechazo por parte del emigrante.

Defensa de la propia identidad y valor, con desvalorización del país receptor: se entra el conflicto con aquello que sentimos nos ha rechazado y para defender la propia identidad se desvaloriza aquello que nos ha rechazado (antes de sentirme rechazado, rechazo yo). Pero esto nos pone en un conflicto, ya que si hay un rechazo general al país receptor y aún estamos viviendo en él, nos sentiremos incómodos, a disgusto, y en general enfadados con ese contexto.

Aislamiento con compatriotas creando un contexto propio en donde sentirse integrado y seguro: si la persona no se siente existir y no se siente reconocida en contextos que se identifican con la cultura y la sociedad del país al que se ha emigrado, necesita reproducir un contexto similar al de su país de origen. Buscará personas, lugares, eventos que reproduzcan aquello que ha dejado.

• Rechazo de lo propio para lograr una identidad en el país de acogida: Algunas veces cuando nuestra meta es la integración social, olvidamos al individuo, a la persona, lo que somos. Se deja aparte la idiosincrasia del individuo para diluirse en el grupo social.

 Asunción del rechazo: Esta es quizá la respuesta que más bloquea a la persona entrando en un estado de depresión y ansiedad, al perder la autoestima. Esta situación la estudiaremos más en profundidad en el siguiente punto.

4. Consecuencias de la asunción del rechazo en el emigrante: la pérdida de autoestima

Ante un ambiente en donde hay un rechazo a lo que somos nuestra identidad y autoestima puede llegar a resentirse, pero esto ocurre cuando “verdaderizamos” la mirada negativa de la otra persona. Al final creemos que si el otro nos rechaza, ningunea o simplemente ignora, hay algo en nosotros que puede ser la razón de esa mirada negativa. Así perdemos conciencia de nosotros mismos como algo valioso y real. Pero a la vez, al perder esa conciencia de ser “alguien” necesitaremos más que nunca la mirada ajena para indicarnos que somos alguien, que existimos, es decir, entramos en un círculo vicioso de necesitar al entorno para que nos reconozca como alguien. Así buscaré activamente ser reconocido, aceptado, integrado en el contexto, pero si vuelvo a ser ignorado o rechazado, me hundiré de nuevo y me sentiré como si fuera nada, como si no existiera o incluso como si no mereciera existir. Por eso hay que tener cuidado cuando empezamos a sentir en contextos  existenciales este tipo síntomas de carencia de autoestima:

  • sentimientos de inseguridad, miedo o temor.
  • Vivencia de las relaciones personales con intolerancia al rechazo.
  • Fuerte necesidad de ser reconocido o visto psicológicamente por quien nos rodea.
  • Problemas de identidad, no sabiendo muy bien quienes somos.
  • Imposibilidad de afirmación de uno mismo ante el otro, es decir, miedo a existir, a mostrar lo que somos, a “dejarnos ver”.
  • Obsesividad, ansiedad, angustia y riesgo de crisis de pánico en las interacciones personales.
  • Reacciones de defensa, acomodación o dependencia hacia el contexto
  • Bloqueos en el comportamiento por el conflicto ante el otro de querer ser aceptado con un fuerte miedo a ser rechazado
  • Sentimiento de rencor, agresividad y frustración ante el rechazo.

5. Recomendaciones ante los sentimientos de rechazo y la pérdida de autoestima:

Ante el riesgo de que nuestra autoestima sufra por ciertos rechazos en determinadas personas por el hecho de ser emigrante, hay que plantearse aspectos tanto de nosotros mismos como del otro. En nosotros podemos plantearnos por qué nos afecta tanto ese rechazo, que creencias o aspectos personales están influyendo para que nos afecte tanto estas actitudes. Personas con historias pasadas de rechazo, con necesidad de reconocimiento externo, con complejos y problemas de autoestima puede derivar en una vivencia muy negativa de rechazos puntuales que serán generalizados, provocando un aislamiento de la persona en el nuevo contexto vital. Así, una vez detectada esta sensibilidad al rechazo podremos poner recursos propios para fortalecer esa parte que nos afecta más.

Por otra parte habrá que ver qué tipo de personas tienen actitudes de rechazo o menosprecio. Suelen ser personas tóxicas que justifican aspectos de otras personas para expresar “su toxicidad”. Alejarnos de este tipo de personas, objetivarlos y ver esos ataques como algo propio de esa persona nos ayuda a no atribuirnos o culpabilizarnos  esa actitud tan negativa.

En definitiva, como en cualquier relación personal, habrá que diferenciar lo propio de lo ajeno. Saber distinguir aquello que nos pertenece, que son nuestras acciones, comportamiento, pensamientos, emociones y sentimientos; y por otra parte distinguir lo que pertenece a la otra persona, sus comportamientos, sus acciones, sus emociones,…; hace que no nos atribuyamos a nosotros mismos aspectos del otro y al otro aspectos nuestros. De esta forma evitaremos atribuirnos la toxicidad de otras personas y nos dará la posibilidad de no entrar  en el mismo juego destructivo de tener que despreciar o rechazar al otro como defensa de lo que somos.

Autor: Sergio Delgado. Psicólogo terapeuta online

Para cualquier duda o consulta: info@psicologiaenlared.com

 

creencias que están sujetas a la realidad o están distorsionadas por prejuicios, miedos, complejos,…pensando que alguien puede dejar de ser lo que es por el hecho de convivir con otra cultura o que le perjudica existencialmente, el hecho es que esta actitud puede ser expresada por algunas personas  hacia quien llega de fuera y ésta persona puede vivir un rechazo que se traduce en sentirse menospreciada, menosvalorada en ciertos momentos.

3. La respuesta del emigrante:

Ante una misma actitud, la persona puede reaccionar de diferente manera según su forma de ser. Son las creencias sobre uno mismo y las creencias sobre el mundo las que intervienen en esa interpretación, en este caso del rechazo. Habrá personas que no den valor a ese rechazo, que lo vivan como algo aislado sin apenas tomarlo en cuenta, pero otras por esa forma de afrontar el hecho lo pueden vivir desde una forma más afectante. Estas son las posibles respuestas ante ese sentimiento de rechazo por parte del emigrante.

Defensa de la propia identidad y valor, con desvalorización del país receptor: se entra el conflicto con aquello que sentimos nos ha rechazado y para defender la propia identidad se desvaloriza aquello que nos ha rechazado (antes de sentirme rechazado, rechazo yo). Pero esto nos pone en un conflicto, ya que si hay un rechazo general al país receptor y aún estamos viviendo en él, nos sentiremos incómodos, a disgusto, y en general enfadados con ese contexto.

Aislamiento con compatriotas creando un contexto propio en donde sentirse integrado y seguro: si la persona no se siente existir y no se siente reconocida en contextos que se identifican con la cultura y la sociedad del país al que se ha emigrado, necesita reproducir un contexto similar al de su país de origen. Buscará personas, lugares, eventos que reproduzcan aquello que ha dejado.

• Rechazo de lo propio para lograr una identidad en el país de acogida: Algunas veces cuando nuestra meta es la integración social, olvidamos al individuo, a la persona, lo que somos. Se deja aparte la idiosincrasia del individuo para diluirse en el grupo social.

 Asunción del rechazo: Esta es quizá la respuesta que más bloquea a la persona entrando en un estado de depresión y ansiedad, al perder la autoestima. Esta situación la estudiaremos más en profundidad en el siguiente punto.

4. Consecuencias de la asunción del rechazo en el emigrante: la pérdida de autoestima

Ante un ambiente en donde hay un rechazo a lo que somos nuestra identidad y autoestima puede llegar a resentirse, pero esto ocurre cuando “verdaderizamos” la mirada negativa de la otra persona. Al final creemos que si el otro nos rechaza, ningunea o simplemente ignora, hay algo en nosotros que puede ser la razón de esa mirada negativa. Así perdemos conciencia de nosotros mismos como algo valioso y real. Pero a la vez, al perder esa conciencia de ser “alguien” necesitaremos más que nunca la mirada ajena para indicarnos que somos alguien, que existimos, es decir, entramos en un círculo vicioso de necesitar al entorno para que nos reconozca como alguien. Así buscaré activamente ser reconocido, aceptado, integrado en el contexto, pero si vuelvo a ser ignorado o rechazado, me hundiré de nuevo y me sentiré como si fuera nada, como si no existiera o incluso como si no mereciera existir. Por eso hay que tener cuidado cuando empezamos a sentir en contextos  existenciales este tipo síntomas de carencia de autoestima:

  • sentimientos de inseguridad, miedo o temor.
  • Vivencia de las relaciones personales con intolerancia al rechazo.
  • Fuerte necesidad de ser reconocido o visto psicológicamente por quien nos rodea.
  • Problemas de identidad, no sabiendo muy bien quienes somos.
  • Imposibilidad de afirmación de uno mismo ante el otro, es decir, miedo a existir, a mostrar lo que somos, a “dejarnos ver”.
  • Obsesividad, ansiedad, angustia y riesgo de crisis de pánico en las interacciones personales.
  • Reacciones de defensa, acomodación o dependencia hacia el contexto
  • Bloqueos en el comportamiento por el conflicto ante el otro de querer ser aceptado con un fuerte miedo a ser rechazado
  • Sentimiento de rencor, agresividad y frustración ante el rechazo.

5. Recomendaciones ante los sentimientos de rechazo y la pérdida de autoestima:

Ante el riesgo de que nuestra autoestima sufra por ciertos rechazos en determinadas personas por el hecho de ser emigrante, hay que plantearse aspectos tanto de nosotros mismos como del otro. En nosotros podemos plantearnos por qué nos afecta tanto ese rechazo, que creencias o aspectos personales están influyendo para que nos afecte tanto estas actitudes. Personas con historias pasadas de rechazo, con necesidad de reconocimiento externo, con complejos y problemas de autoestima puede derivar en una vivencia muy negativa de rechazos puntuales que serán generalizados, provocando un aislamiento de la persona en el nuevo contexto vital. Así, una vez detectada esta sensibilidad al rechazo podremos poner recursos propios para fortalecer esa parte que nos afecta más.

Por otra parte habrá que ver qué tipo de personas tienen actitudes de rechazo o menosprecio. Suelen ser personas tóxicas que justifican aspectos de otras personas para expresar “su toxicidad”. Alejarnos de este tipo de personas, objetivarlos y ver esos ataques como algo propio de esa persona nos ayuda a no atribuirnos o culpabilizarnos  esa actitud tan negativa.

En definitiva, como en cualquier relación personal, habrá que diferenciar lo propio de lo ajeno. Saber distinguir aquello que nos pertenece, que son nuestras acciones, comportamiento, pensamientos, emociones y sentimientos; y por otra parte distinguir lo que pertenece a la otra persona, sus comportamientos, sus acciones, sus emociones,…; hace que no nos atribuyamos a nosotros mismos aspectos del otro y al otro aspectos nuestros. De esta forma evitaremos atribuirnos la toxicidad de otras personas y nos dará la posibilidad de no entrar  en el mismo juego destructivo de tener que despreciar o rechazar al otro como defensa de lo que somos.

Autor: Sergio Delgado. Psicólogo terapeuta online

Para cualquier duda o consulta: info@psicologiaenlared.com