Las elecciones alemanas: una campaña marcada por dos candidatos

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El conservador Armin Laschet aún confía en convertirse en el sucesor de Angela Merkel, pese a que los pronósticos vaticinan el triunfo del candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, en las elecciones generales del próximo domingo.

La alianza conservadora formada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su partido hermano bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), aspira a obtener una victoria, si bien muy ajustada, frente a su principal rival del Partido Socialdemócrata (SPD).

De todas maneras, un posible triunfo de Laschet no borraría el hecho de que será el peor resultado en una elección de la CDU/CSU.

La historia de esta campaña electoral no se ha centrado en la decepcionante actuación de Laschet como abanderado de la CDU. Sin una participación activa y el poder estelar de Merkel, la contienda dificultó a los conservadores, que han gobernado Alemania durante 16 años.

Por el contrario, la campaña ha girado en torno a otros dos partidos. Por un lado, el SPD, el partido de centro-izquierda al que se daba por perdido, pero que ha subido implacablemente a la cima de las encuestas.

Por el otro, Los Verdes, que por un tiempo presintieron que estaban frente a una victoria extraordinaria, una sensación que sin embargo se desvaneció casi de inmediato.

El actual ministro de Economía, Scholz, se ha mostrado muy sólido como líder de la campaña del partido socialdemócrata a la Cancillería en Berlín. El ex alcalde de Hamburgo parece estar disfrutando de la atención que recibe como posible próximo jefe de Gobierno germano.

Días atrás, al bajar del escenario durante un mítin en la ciudad de Soltau, en el noroeste alemán, se acercó de inmediato a los simpatizantes, con lo cuales se tomó fotos y firmó autógrafos.

Durante toda la campaña electoral, el SPD se ha apoyado totalmente en su candidato: Scholz en los carteles, Scholz en los estrados, Scholz en los debates, el programa político de Scholz.

A diferencia del equipo de Laschet, en el caso de Scholz no hay  «equipos de futuros» asesores, ni indicaciones del gabinete en la sombra, ni otras distracciones.

Y esa apuesta dio sus frutos, ya que Scholz apenas ha dado un paso en falso y, desde principios de julio, los números de las encuestas de su partido y su popularidad personal no han dejado de aumentar.

En los debates televisados no hubo momentos estelares, pero los votantes parecieron acoger con agrado su discurso firme e imperturbable frente a los persistentes ataques de Laschet.

El candidato socialdemócrata no llegó a la cima por sí mismo. De hecho, ni siquiera es líder de su propio partido, ya que en diciembre del año pasado perdió contra Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans en la carrera por la jefatura del SPD. 

Según los críticos, Esken, Walter-Borjans y el ex líder de las juventudes del SPD (Jusos), Kevin Kühnert, son los responsables del gran despegue de Scholz.

Ese equipo está llamado a desempeñar un papel importante en caso de una victoria de Scholz, quien sin embargo aseguró que tomará las decisiones por sí mismo. «En Hamburgo, donde fui alcalde, nunca dejé que nadie interfiriera en la formación del gobierno», enfatizó.

En tanto, a diferencia del ministro de Economía, Los Verdes no tienen experiencia de gobierno nacional en la que apoyarse durante la campaña. La última vez que los ecologistas estuvieron en el poder a nivel federal fue antes de Merkel, es decir, hace 16 años, en coalición con el SPD del entonces canciller Gerhard Schröder.

La falta de experiencia política fue un gran obstáculo para Annalena Baerbock, que atrajo la mayor parte de la atención durante la campaña como primera candidata oficial de Los Verdes a la Cancillería.

La campaña de Baerbock estuvo marcada por la permanente presencia del colíder del partido, Robert Habeck, quien hasta el año pasado era la cara más conocida de los Verdes.

En abril, inmediatamente después de la presentación de Baerbock como candidata a canciller, Los Verdes se dispararon en las encuestas hasta un 27 por ciento y pensaron que podrían aspirar a hacerse con el puesto de Merkel.

Sin embrago, la candidata verde se pronto vio arrastrada por pequeñas incoherencias en su currículum oficial, entre otros, una irregularidad sobre los gastos del partido y acusaciones de plagio sobre su reciente libro.

En los debates preelectorales, la candidata a canciller nunca salió de la sombra de los dos gigantes políticos de la Alemania de posguerra, el SPD y la CDU.

Baerbock acusó a Laschet y a Scholz de «eludir» su responsabilidad como parte del Gobierno de la coalición saliente, y abogó por un «nuevo comienzo». Sin embargo, esta postura no parece estar dentro de las aspiraciones del votante germano.

En la fase final de la campaña electoral, los comentaristas han sumado argumentos para explicar el fracaso de Los Verdes, que no pudieron capitalizar el impulso positivo inicial.

La campaña puso de manifiesto que Alemania «no es un país verde», argumentó esta semana el semanario «Der Spiegel», al destacar que Los Verdes desperdiciaron su oportunidad de hacerse con el poder.

Por su parte, el periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung» manifestó que Baerbock había intentado «conducir a los Verdes hacia el centro», pero que al final cayó en las «viejas antinomias» heredadas de los fundadores del partido sobre un próximo apocalipsis medioambiental.

«¡Se acabó, Baerbock!», dictaminó ya en julio el periódico de izquierdas «Die Tageszeitung». Sin embargo, su editor en jefe, Peter Unfried, dio un giro más positivo a la caída de Los Verdes: «Hay muchos que ven la política climática como algo importante y quieren a Annalena Baerbock en el gobierno, pero de ninguna manera en la Cancillería».

Con esta consigna, explicó Unfried, el partido puede ir con cierta confianza a las largas negociaciones de coalición, muy probablemente con el SPD, que seguramente comenzarán tan pronto como se cuenten los votos este domingo.

Berlín, 22 sep (dpa)