Línea telefónica de insultos, ¿dígame?

4891304518_d32713b2ab_zLa hotline de los insultos, que en alemán se llama Schimpf-los («insultos fuera»), cuenta con operadores que atienden el teléfono siete días a la semana para escuchar a individuos frustrados que hacen burla e insultan con el lenguaje más desagradable que se les pueda ocurrir.

 

Han sido dos empresarios alemanes, Ralf Schulte y su socio y proveedor de servicios Alexander Brandenburger, quienes fundaron esta línea de atención telefónica para que los ciudadanos pasivo-agresivos puedan desahogar su rabia: marcar un número de teléfono y dedicarle a la persona que conteste al otro lado una serie de insultos para descargar su estrés.

Los creadores del servicio se inspiraron en sus propias rutinas diarias llenas de estrés. Tal como Schulte lo ve, le está haciendo un favor a la gente al ofrecer un desahogo para la irritación contenida y acumulada. Además, dice, ayuda a evitar altercados en el lugar de trabajo o en casa.

El servicio cuesta 1,49 euros (US$1,80) por minuto, una cifra que según Schulte está totalmente justificada. Los operadores no se limitan a escuchar los improperios que expresan los usuarios de este servicio. También deben hacer uso de cierta imaginación. Cuando los que llaman no son creativos a la hora de insultar, o si se traban, los operadores de la línea los provocan con comentarios como: «Es la tercera vez que he oido lo mismo hoy, ¿es todo lo que puede decir?». Si a partir de ahí comienza una discusión directa entre cliente y empleado, es algo que quedará entre ellos.