La ciudad alemana de Quedlinburg festejará mañana el 25 aniversario de su designación como patrimonio cultural y natural de la humanidad por ser considerada un «símbolo de las casas medievales de vigas entramadas».
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incorporó a Quedlinburg en la lista el 17 de diciembre de 1994, cuando gran parte del casco antiguo ubicado al pie del monte Schlossberg se encontraba más cerca de la demolición que de la conservación.
Hoy en día el área con casi 2.100 casas de vigas entramadas de ocho siglos de antigüedad fue saneada en casi un 65 por ciento, según datos de las autoridades municipales.
Esto fue posible gracias a fondos de promoción diversos, recursos municipales y donaciones privadas. La ciudad de 24.000 habitantes es en la actualidad de los mayores monumentos arquitectónicos de Alemania. Quedlinburg también es sede de la asociación de patrimonio mundial de la Unesco en Alemania.
En tiempos de la Alemania comunista no se prestó mucha atención al cuidado de las casas de vigas entramadas. Gracias a la resistencia de sus habitantes se logró evitar la demolición de grandes superficies de casas en el norte del casco antiguo en 1989, en tiempos de transición política en Alemania.
En 1990, tras la reunificación alemana, comenzaron los primeros trabajos de restauración. El ambiente especial de la ciudad atrae a visitantes de todo el mundo. El turismo es el principar factor económico de la ciudad.
En la Alta Edad Media, Quedlinburg fue el epicentro de la dinastía otoniana. El lugar en que fue coronado allí el duque de Sajonia Enrique (876-936) es considerado «cuna de la historia alemana».
Él y su esposa Matilde están sepultados en la cripta de la catedral de Sankt Servatii, considerada una de las construcciones más significativas del periodo románico en Alemania. La catedral alberga además un significativo tesoro medieval.
Quedlinburg (Alemania), 16 dic (dpa)
